

Leonardo da Vinci es, sin duda alguna, uno de los nombres más importantes y reconocidos de la historia. Este prolífico artista fue pintor, escultor, inventor, arquitecto y astrónomo.
Este gran estudioso de tan variadas disciplinas resultó ser alguien muy exigente consigo mismo. Tanto es así que murió insatisfecho con su trabajo, considerando que podría haber hecho más.
Seguro que puedes nombrar al menos una obra suya pero, ¿cuánto sabes de este personaje histórico?
Leonardo da Vinci: una vida dedicada al estudio y la creación
Por múltiples razones, da Vinci representaba el ideal del Renacimiento, un periodo de transición entre la Edad Media y la Edad Moderna donde resurgen el arte, la ciencia y el pensamiento.
Su legado es muy variado y por sus cuadernos sabemos que pasaba mucho tiempo observando y estudiando la naturaleza. Le interesaban la óptica, la acústica, la geología, la botánica, la dinámica de fluidos, la anatomía humana… Pero donde destacó realmente fue en las artes y la ingeniería.
Sin embargo, ser un genio nunca es fácil y su carrera se convirtió en un desafío. Sufría constantes tensiones con la Iglesia, que no apreciaba su enfoque científico que contradecía las enseñanzas religiosas. Por esta razón decidió dejar Italia y trasladarse a Francia.
Francia, el país que acogió las ideas de Leonardo da Vinci
Debido a los enfrentamientos continuos con la Iglesia católica, da Vinci se trasladó a Francia en 1516. Buscaba un lugar donde su trabajo encontrara apoyo y aprecio:
- Pasó 3 años bajo la protección del rey Francisco I.
- Éste le dio asilo lejos de la persecución que sufría en Italia.
- En este privilegiado entorno vivió y creó hasta que su estado de salud comenzó a decaer.
A la edad de 67 años, muchos para aquellos tiempos, Leonado da Vinci murió tras pasar varios meses muy enfermo. Ocurrió el 2 de mayo de 1519 en el valle de Loira. Como puedes imaginar, un personaje de su talla no dejaba el mundo de manera prosaica, sino que al morir tuvo en mente 3 cosas muy importantes para él:
- Pedir que un sacerdote le diera la extremaunción
- Mostrar su agradecimiento al rey que le había acogido
- Pronunciar unas últimas palabras demoledoras: “He ofendido a Dios y a la humanidad, puesto que mi trabajo no ha alcanzado la calidad que debería tener”.
No, ni siquiera un artista como Leonardo da Vinci, quien pintó La Gioconda, era capaz de librarse del síndrome del impostor. Su autoexigencia desmesurada se convirtió en una carga que le acompañó durante toda su vida.
Repasamos algunas de sus obras más conocidas
¿Quién no ha visitado el museo del Louvre y ha hecho cola para ver la Gioconda en directo? Este enigmático cuadro puede que sea el más famoso del planeta, o al menos uno de ellos.
La última cena es otro de esos cuadros magníficos que la mano de este artista llevó a cabo. Puede visitarse en Milán, en grupos reducidos, y su dominio magistral de la luz y la sombra son increíbles.
Como inventor también alcanzó grandes resultados, aunque nunca fueran suficiente para él:
- Trazó las ideas iniciales de aparatos tan conocidos hoy en día como el helicóptero, el tanque o el paracaídas.
- Sus maquetas de máquinas voladoras también son muy conocidas, pues trascienden su tiempo y anticipan tecnologías futuras.
Tras la época de austeridad que supuso la Edad Media, el Renacimiento llegaba como una explosión de alegría y ganas de crear. Leonardo da Vinci fue el “hombre del Renacimiento” por excelencia: una persona con un dominio intelectual muy elevado que nos dejó un importantísimo legado, pero que a él le hizo un ser desgraciado.